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Salsa, patrimonio cultural e inmaterial de Cali

September 20, 2016

Fabio Martínez es un escritor y profesor de la Universidad del Valle, quien cuenta de primera mano cómo fue la llegada de la Salsa a la ciudad de Cali y como en poco tiempo hizo de ella la capital mundial de la salsa. Él era muy joven y vivía en el Barrio San Antonio unos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, y desde alli pudo apreciar el impacto del género musical.
 

Para el año de 1960 Cali contaba con 300.000 habitantes aproximadamente, era un pueblo grande, al cual, en estos años llego la influencia de la Salsa por el puerto de Buenaventura y se incorporó en la ciudad y de igual forma se difundió en todo el territorio nacional.
 

Desde New York a Cali
 

Después del gran auge de la salsa en New York y en Latinoamérica, nuestro país se convirtió en un gran consumidor de ella, en especial Cali. Un ritmo Afrocubano que tuvo gran acogida en el espíritu caleño y que se compuso de varios ritmos a lo largo de su trayectoria. Inicialmente a través de la radio y del cine llega esa influencia comercial. Cabe resaltar que por el puerto de Buenaventura entra los Lompley de ritmos como el tango, el swing y obviamente de la salsa.
 

La Salsa dura y con clase
 

Los comerciantes marinos, que llegan al puerto de Buenaventura traían con sigo una gran cantidad de LP’s para la venta. Y es allí donde los negociantes adquirían grandes cantidades de discos para distribuirlos en estaciones de radio, discotecas y a la gente en común.
 

“Una vez el novio de una tía mía, llego con un Lompley donde empecé a escuchar las primeras pachangas de Joe Cuba, el boogaloo de Richie Ray y Bobby Cruz...” dice Fabio Martínez. Las canciones que más éxito lograron en ese momento y que dieron lugar a la “salsa caleña” fueron los temas de: Héctor Lavoe, Richie Ray, Jhony Pacheco, Larry Harlow, Bobby Valentín, y la Fania All-Stars, etc.
 

Salsa Caleña
 

Después del gran dominio de los grandes artistas de la salsa pesada en Cali, los caleños desean aumentar la velocidad de las canciones, puesto que no les bastaba con la que traían consigo: 33 revoluciones.
 

La ciudad aclamaba velocidad en las canciones para bailar, y es así como los discómanos, Dj’s y los padres de familia, en cada evento, en cada fiesta toman los Lompley de 33 revoluciones y los convierten a unos de 45. “Fue una revolución musical, es decir, cuando un Pacheco o un Richie Ray dice vamos a hacer esta pieza en 33 revoluciones por minuto es una selección estética del tiempo y aquí lo trasformaron”, explica el escritor.
 

De igual manera, nacen grandes figuras en el baile como Amparo Arrebato y el Watussi, quienes serían los que cambien la forma de bailar en el mundo a ritmo de salsa y boogalo, y que más adelante impondrán el nombre de “salsa caleña”.
 

La fama
 

Ya para los años 70’s artistas colombianos y especialmente caleños empiezan a surgir para luego llegar a la fama. Piper Pimienta, por ejemplo, alcanza el éxito junto a la orquesta de Fruko y sus tesos, y más adelante, con su propia agrupación The Latín Brother, donde se destacan los temas: a la memoria del muerto, sucesos y las caleñas son como las flores. También se destaca Wilson Manyoma Saoko, con el tema el preso y Joe Arroyo con su orquesta La verdad. Cabe destacar a Alfredo Linares un peruano que se erradico aquí en Cali, “es prácticamente un caleño, pues vivió unos 40 años en la ciudad” dice Fabio Martínez.
 

Para los años 80’s, se puede decir que Cali y Colombia posee su propia Salsa, nace el gran Grupo Niche, del maestro y compositor Jairo Valera, quien se hizo inmortal con sus múltiples éxitos. El cual fusiono la música antillana de Cuba, Puerto Rico y New York junto con los sonidos del pacifico colombiano. El tema Cali pachanguero se convierte en el nuevo Himno de Cali.
 

Por otro lado, Alexis Lozano, músico del Grupo Niche se separa y forma su propia agrupación, Guayacán Orquesta, quien entra a reforzar el nuevo estilo musical de la ciudad, de Colombia y del mundo.
 

Capital mundial de la salsa
 

Por la gran acogida de la salsa en Cali, los caleños, impregnaron en su esencia y en su identidad este ritmo, hicieron de él lago único, pues la salsa no es originaria de la capital vallecaucana, pero si en este lugar es donde se siente el mayor aprecio y amor hacia ella.
 

Los músicos se sienten en casa cada vez que se presentan en un escenario caleño. Cali posee una gran cantidad de discotecas, bares, emisoras de radio y lugares dedicados a la salsa. “Artista salsero debe pegar primero en Cali para llegar a la fama” expresa Fabio. Es por todo lo anterior que Cali es la Capital mundial de la Salsa.
 

Escrito por: Mairon Alejandro Benavides

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Bogotá, bajo sangre y fuego

September 20, 2016

Un testigo del ‘Bogotazo’ reside en el municipio de Guacarí-Valle del Cauca: Saulo Hernández, quien el 9 de abril de 1948 –el día que cambio la historia de Bogotá y de Colombia- se encontraba en el café Colombia, ubicado frente al lugar donde asesinaron a Jorge Eliecer Gaitán, caudillo del partido liberal.
 

La capital, contaba con 650.000 habitantes, los cuales estaban delimitados social e iconográficamente de manera detallada: la clase alta, se encontraba en el norte; la media, en el centro y la baja en el sur. En las calles transitaban cerca de 1.500 buses, 90 tranvías y 11.000 automóviles. De manera que, en el pensamiento colectivo no había señal de poder predecir la tragedia.
 

La voz que mueve las masas
 

Saulo Hernández cuenta que, Gaitán con su retórica directa e ideas claras, que buscaban solventar y dar esperanza a la clase baja, a los explotados y desfavorecidos, se ganó el cariño de la gente, al igual que su posición política, tanto así, que  se pensaba que él sería el ganador en las próximas elecciones presidenciales. Así como logro atraer seguidores, también consiguió causar malestar en la clase alta, que comenzó a notar un cambio en la actitud de los trabajadores de los cuales sacaban provecho a sus necesidades.
 

1:05pm
 

El Señor Hernández, relata que en ese momento, en el que trascurría el almuerzo, se encontraba en el café Colombia, ubicado en la carrera séptima con calle 14. El día estaba tranquilo, las meseras anotaba la orden y los emboladores hacían su labor, cuando de pronto se escucharon tres disparos.
 

‘’Después del primer impacto el lugar quedo en silencio, como una misa’’, dice Saulo. La sensación fue escalofriante, todos en el sitio se miraban buscando una respuesta, un momento después, se oyeron los dos tiros restantes, fue allí cuando todos salieron de esa amnesia y se pararon de sus mesas corriendo hacia la calle.
 

¡Mataron a Gaitán!
 

Saulo recuerda que mientras corría apresuradamente y con el eco de los disparos retumbando en sus oídos, escucho entre el alboroto aquel grito de nunca olvidar. ‘’Aún puedo recordar con el mismo dolor esas tres palabras: ¡Mataron a Gaitan!’’, cuenta Saulo. De esta manera fue como comprendió lo que sucedía. Él, a sus escasos 20 años se consideraba liberal, el golpe fue tremendo.
 

Todos los restaurantes, cafeterías, tiendas, y cualquier locación cercana quedo vacía, porque la aglomeración adolorida y enfurecida se concentró allí, en el lugar del hecho.
 

El pueblo, contra todo y todos
 

La multitud socorrió a Gaitán y cómo pudieron subieron el cuerpo agonizante a un taxi que lo llevaría a el hospital central. ‘’Cuando se lo llevaron la muerte se apodero de la ciudad’’, explica Saulo con tristeza. El centro era un caos. En poco menos de una hora la noticia se propago como un virus, un alto porcentaje de la ciudad acudió al lugar agitando machetes, y banderas del partido liberal.
 

La atención se centró en el presunto asesino: Juan Roa Sierra, quien se escondía en una droguería. Con frenesí toda esta horda, agito las puertas con la intención de derribarlas y así poder linchar a Roa, estas no resistieron más, cedieron, se abrieron y la multitud dio rienda suelta a la venganza.
 

La ciudad de la furia
 

‘’La ciudad era un caos, no sabía que hacer’’, dice Saulo. La turba comenzó a dirigirse hacia la plaza de Bolívar y traía consigo el cuerpo de Roa como botín de guerra, con la intención de colgarlo frente al palacio presidencial.
 

Comenzaron los saqueos y las llamas se volvieron parte de esta catástrofe, el pueblo sediento de sangre, le prendió fuego a la ciudad. Los tranvías y edificios más importantes se consumían en el calor y el fuego incesante, ‘’era como estar en el infierno’’, de esta manera lo describe Saulo. Cerca de 146 edificaciones fueron destruidas. Con las llamas no solo quedó destrozada una parte importante de la ciudad, sino que, también lo hizo la vida política y la democracia colombiana.
 

Sobreviviendo
 

Saulo Hernández, como pudo comenzó a escabullirse entre los vivos y muertos, atravesó este apocalipsis que era el centro histórico de Bogotá buscando refugio, un lugar seguro, donde poder resguardarse. Afuera reinaba la zozobra y la vehemencia.
 

Corría y corría, con un rumbo fijo: su casa. Allí lo recibió su madre, que según Saulo, era un mar de lágrimas. Un abrazo fue suficiente. Los días siguientes fueron oscuros y duros como aquel 9 de abril, pero al menos ya estaba de nuevo en su hogar.
 

 El principio de la violencia
 

Las cerca de 1.500 muertes y 20.000 heridos que dejó como saldo el ‘bogotazo’, fueron uno de los puntos de quiebre, que hicieron estallar con todas sus fuerzas la época de la violencia entre liberales y conservadores en todos los rincones del país, que dejaría 200.000 muertos hacia el año de 1958. Y que en resumen, estos eventos se convertirían en una seguidilla y secuencia de acontecimientos que han causado dolor y sufrimiento a lo largo de la historia de Colombia.
 

‘’El pueblo es superior a sus dirigentes’’
 

‘’No sé qué sería de Colombia si Gaitán hubiese sido presidente, y eso me duele’’, explica Saulo, donde también expone que pensar en esto ha sido algo que lo ha atormentado durante todos estos años, ya que está cansado de toda la miseria y las falsas promesas políticas, porque veía en Jorge Eliecer, un líder, un revolucionario y sobre todo un hombre entregado al pueblo.
 

Escrito por Jhon Montenegro Jiménez

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